El recital de Valeriano Lanchas y Alejandro Roca fue generoso en su propuesta. El repertorio escogido incluyó elLiderKreis op. 39 de Robert Schumann, el Breve ciclo de canciones al olvido del compositor colombiano Pedro Felipe Ramírez y los ciclos Rückert Lieder y Des knaben Wunderhorn de Gustav Mahler.
Los ciclos de canciones son monumentales de una manera especial. No necesariamente por la longitud, sino por lo opuesto, la brevedad. En un momento, casi siempre breve, se condensan el significado, la correspondencia, la profundidad, el instante, la sensación, la impresión. En la brevedad se construyen mundos abismales de carácter que generan un constante contraste entre las canciones. Es así tan abismal el universo de cada canción como la distancia entre ellas. En cuestión de segundos los músicos se ven abocados a transformar la energía y proponer caracteres nuevos y renovados. Es un ejercicio elegante de polaridades. No nos vemos abocados una historia sino a múltiples, breves e intensas, e hiladas por el bien sabido tema del amor en la mayoría de los casos. Los textos, más que acompañados, se ven reforzados en el piano por construcciones musicales con sentido. Hay todo un universo de sentido en la relación que traban la voz y el piano. Un universo lírico, poético, filosófico, espiritual. Por estas y otras características la interpretación de estos repertorios a manera de ciclo no es pan comido. Requiere de una madurez en el juicio, en la mente, en el espíritu, en la consciencia y habilidad dramática, en la retórica, por resumir, en la vida.
Profesor e investigador en música
