Julián Montaña Rodríguez

Profesor e investigador en música

Los artistas colombianos también brillaron en Bogotá es Mozart

Crítica Musical

El Segundo Festival Internacional de Música de Bogotá, Bogotá es Mozart, bajó los telones el fin de semana anterior y llega el momento de reflexionar. Pocas veces tenemos en Colombia la oportunidad de reunir en un periodo tan corto importantes orquestas, grupos de cámara y solistas de prestigio y referentes en el circuito nacional e internacional de la música. Esta situación tan particular nos permite y a la vez nos obliga a hacer un ejercicio reflexivo, muy necesario, en el cual pongamos sobre la mesa el desempeño de nuestras agrupaciones y de nuestros músicos.

Las figuras orquestales colombianas fueron definitivamente las orquestas juveniles. La Filarmónica Jóven de Colombia y la Orquesta Filarmónica Juvenil de Bogotá presentaron unas propuestas claramente trabajadas y cercanas al estilo mozartiano. Interpretaciones poderosas, elegantes, llenas de la pasión propia de la juventud instruída, comprometida y, sobre todo, humana. Combinaciones que recuerdan maridajes exóticos como el del chocolate y las especias. Estas presentaciones han sido elogiadas por críticos como Mark Pullinger quien, a propósito del concierto de la FJC bajo la dirección del maestro Adrián Chamorro, afirmó que “el futuro de la creación musical clásica colombiana está en las mejores manos”. (http://bachtrack.com/es_ES/review-mozart-filarmonica-joven-colombia-chamorro-bogota-april-2015)

Estos dos proyectos orquestales son incluso más jóvenes que sus integrantes. La FJC nació en el 2010 por iniciativa de la Fundación Bolívar Davivienda en alianza estratégica con la Orquesta Joven de las Américas (YOA, por sus siglas en inglés) y la Fundación Nacional Batuta. La Orquesta Filarmónica Juvenil de Bogotá es aún más joven y nació en el 2013 como parte de un proyecto de política pública que incluyó la creación de cuatro nuevas agrupaciones asociadas a la Orquesta Filarmónica de Bogotá, estas son, la Orquesta Filarmónica Juvenil, la Orquesta Filarmónica Juvenil de Cámara, la Banda Filarmónica Juvenil y el Coro Filarmónico Juvenil.

Como debía ser, una orquesta nacional, en esta ocasión la Orquesta Filarmónica de Bogotá, fue la encargada de realizar el concierto de apertura. Su presentación lamentablemente se caracterizó por las imprecisiones, la falta de carácter y la ausencia de acople estilístico con los solistas. Estos últimos no tuvieron en la Orquesta un aliado. La inexistente presencia del director Francesco Belli fue determinante en el resultado final del concierto. Si no hubiera sido porque los solistas, el violinista Guy Braunstein y el violista Ori Kam, se hicieron cargo en la Sinfonía Concertante de guiar la interpretación, hubiéramos presenciado otra pieza irregular. No tuve la oportunidad de asistir al otro concierto ofrecido por la OFB, espero que haya sido diferente.

Las presentaciones de la Orquesta Sinfónica Nacional de Colombia tuvieron una gran acogida. El público valoró positivamente las actuaciones de los solistas invitados, la flautista canadiense Susan Hoeppner el viernes, y las pianistas españolas María José Barandiarán, María José de Bustos y Marta Zabaleta el sábado siguiente. El último concierto, por sus caraterísticas, tenía un matiz de entrada muy interesante. Ellas interpretaron una obra de Mozart pocas veces programada, el Concierto para tres pianos # 7 en Fa mayor, K. 242. La novedad llamó la atención y el público recompensó con aplausos la interpretación.

Las orquestas profesionales andan últimamente de capa caída y no es porque sus músicos sean malos. Por el contrario, en su mayoría, sus integrantes dan muestra de habilildades, conocimiento y experiencia suficiente para el desarrollo de sus actividades. Son otros los elementos que han hecho que las orquestas profesionales del país no esten en su mejor forma, por ejemplo, la inestabilidad laboral, gerencias inadecuadas, administraciones que no entienden la dinámica del quehacer musical, politización de las entidades y, por supuesto, de parte de los músicos, una actitud poco conveniente frente a su actividad. Si estas situaciones persisten, no se nos haga raro ver que en el futuro cercano prefiramos asistir a los conciertos de las orquestas juveniles.

Por otro lado, no debemos olvidar las destacadas actuaciones de las agrupaciones de cámara. La Biblioteca Pública el Tintal no dio abasto para acoger el público del quinteto de vientos Cuprum Ensamble. La Orquesta de Cámara Juan N. Corpas, ganadora del concurso del Festival sorprendió a los asistentes del Teatro Estudio y del Centro Comunitario La Victoria. Allí, el público escuchó a la joven agrupación, quienes con mucho ímpetu, inocencia y particularmente ganas arroparon y deleitaron a los habitantes del sur oriente de la ciudad. Su directora, María Camila Barbosa, dio cátedra de compromiso y entrega. Su actuación sorprendió y nos dejó queriendo ver más. Esta joven directora es ya toda una promesa de la música.

El cuarteto Manolov ofreció cinco magníficos conciertos. Todos contaron con una nutrida asistencia. Dos de ellos tuvieron un carácter especial y fueron únicos en el Festival. Se trató de conciertos didácticos que en diferentes puntos de la ciudad y de manera gratuita acercaron al público al repertorio y la figura de Mozart. Los otros conciertos ofrecidos por el Cuarteto Manolov fueron presentaciones conjuntas con importantes solistas como el fortepianista Ronald Brautigan – figura indiscutible del Festival-, y el reconocido flautista colombiano Gabriel Ahumada quien ha construído una destacada carrera en Austria y Alemania. Este Festival tiene un especial significado para el Manolov, uno de los cuartetos de cuerda que más actividad musical ha desarrollado en el país, ya que su primer violín, Angélica Gámez, se despide de la conformación instrumental al término del mismo.

Siguiendo la línea de los solistas hay que mencionar las dos figuras colombianas femeninas del Festival, la arpista Bibiana Ordóñez y la soprano Juanita Lascarro. La primera realizó presentaciones hermosas y especiales. Junto a Gabriel Ahumada y Agata Szymzewska, Ordóñez interpretó obras del repertorio mozartiano poco conocidas. El público atendió la invitación y disfrutó de los conciertos de Ordóñez, todos gratuitos, programados en las bibliotecas públicas, las salas de lectura y los auditorios comunitarios.

El último concierto gratuito del Festival se realizó en la Iglesia de la Inmaculada Concepción de Suba. La fila para acceder al recinto se extendía por cuadras. Nadie quería perderse el que sería uno de los conciertos más recordados. Los intérpretes, el recinto y el público fueron una combinación exitosa, como diría mi amigo Arthur Dapieve, un pre-clímax el día de cierre del Festival. Allí la figura desde un primer momento fue la soprano colombiana Juanita Lascarro. El público la recibió con aplausos cálidos e interminables. Cada intervención junto a la Kölner Akademie estuvo cargada de intensidad y calidad.

Los coros colombianos salieron a escena durante el tercer y cuarto día de Festival. La Coral Santa Cecilia ofreció una precisa y mística interpretación junto a la Camerata Salzburg de la Gran Misa en Do menor, K. 427. Lo propio hizo el Coro de la Ópera de Colombia en el concierto de clausura, cuando con contundencia, monumentalidad y con las voces masculinas como protagonistas, interpretaron junto a la Staatskapelle Halle, esta vez con Juanita Lascarro como solista reemplazando a Deborah York, una emocionante interpretación de la obra más esperada del Festival, el Requiem en Re menor, K. 626.

Puerto Candelaria y La Mambanegra clausuraron el Festival. En esta cita, una de las más especiales, pudimos disfrutar de la visión que de Mozart tuvieron dos importantes y reconocidas agrupaciones colombianas. ¿El resultado? Toda una fiesta colombomozartiana. Reconocer, a veces literalmente, a veces no tanto, las melodías del compositor austriaco nutridas con ritmos, llamados, efectos y tumbados característicos de algunos géneros musicales de nuestro país fue toda una experiencia.

Propios y extraños coincidirán en que no sólo el Segundo Festival Internacional de Música de Bogotá fue una cita abrumadoramente exitosa, sino que los músicos colombianos que en ella participaron realizaron presentaciones llenas de elegancia, pasión y calidad, que conmovieron y alegraron al púbico asistente a cada uno de los escenarios distribuidos a lo largo y ancho de la ciudad. Además, que con seguridad en la siguiente versión, allá en el 2017 con Bogotá es la Rusia romántica, los músicos colombianos seguirán robándose las miradas y recibiendo los mejores elogios.

2 Comments on “Los artistas colombianos también brillaron en Bogotá es Mozart”

  1. Creo que también hace falta mencionar a los trombonistas colombianos Giovanni Scarpetta, Luis Eduardo Díaz y Sebastián Cifuentes quienes fueron invitados a participar con la Staatkapelle Halle en la interpretación del Réquiem de Mozart .

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